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¿Cuál es la temperatura ideal de consumo de la cerveza? ¡Las verdades y los mitos!

Tanto los comerciales en la televisión, los anuncios espectaculares en las calles, y prácticamente toda imagen que tenga que ver con una botella o lata retratan la cerveza casi congelada y es que así nos han enseñado a tomarla, creando un sentimiento que el paraíso está en tomar una cerveza bien bien fría, pero ¿es esta la manera óptima para beberla?

Si tu propósito es refrescarte y simplemente eliminar la sensación de calor que te acecha, pues la respuesta es sí, la cerveza se toma helada, pero si quieres disfrutar una cerveza por su sabor, sus ingredientes y su aroma, la respuesta es diferente para cada estilo cervecero. 

Tomar la cerveza helada priva al paladar de varios de los matices de la bebida que valen la pena. Y ¡cuidado! Tampoco hay que calentarla demasiado, pues estaríamos sometiendo al gusto a una terrible sensación. Por eso, es momento de saber a qué temperatura se debe servir la cerveza 

¿Cómo afecta la temperatura en la cerveza?

La temperatura de la cerveza puede marcar una gran diferencia por lo que es importante  entender los efectos de servir la cerveza a una temperatura incorrecta. 

Si está muy fría…

La cerveza fría puede hacer que algunas de sus cualidades resalten, pero también que otras sean suprimidas. Claro está que si nos sirven una cerveza fría en un día muy caluroso será ¡más que bienvenida! pero lo más importante sin duda de la cerveza es experimentar su sabor y poder disfrutarlo.

La cerveza servida muy fría lo único que provoca es que ese frío extremo anule por completo los receptores gustativos de nuestra lengua, lo que hace que muchos sabores y aromas sean neutralizados y cualquier complejidad dentro de la misma se pierda.

La baja temperatura ralentiza la volatilización de los compuestos aromáticos por lo que estos se quedan en la bebida. Al no ser liberados, el sabor y aroma son alterados al punto de pasar desapercibidos por el gusto y el olfato.

De  cualquier manera, el frío acentúa el amargor, la sequedad y carbonatación, lo cual es  bueno para aplacar la sed; sin embargo, si esto se mezcla con lo que mencionamos anteriormente, la experiencia de la bebida puede resultar algo desagradable. Una cerveza muy fría también puede hacer que se vea turbia cuando es una bebida que usualmente es transparente.

Si está muy caliente…

Una cerveza tibia, por otro lado, permite que aparezcan más aromas y sabores pero cuando esta se acerca a la temperatura ambiente, la sensación de los lúpulos y la carbonatación comienzan a desaparecer. Y por supuesto, es obvio que nadie quiere beber una cerveza caliente. 

A la temperatura  correcta

¿Cuáles son las temperaturas en las que se puede apreciar por completo una cerveza? Desafortunadamente, no hay alguna que aplique para cualquiera, pues depende del estilo y del proceso de elaboración. Pero con algunas reglas básicas y la tabla que te presentamos a continuación podrás tomar una decisión muy informada de cómo beber tu próxima cerveza. 

Temperaturas sugeridas: 

  • Lagers: de 2 a 4°C 
  • Pilsners y Kölsch: 4–7°C 
  • IPAs, Pale Ales, Porters y Stouts: 7–10°C 
  • Ales y Bocks: 10–13°C 
  • Imperial Stouts y  Doppelbocks: 13–16°C

Resumiendo, estas son las reglas generales a tener en cuenta 

  • La mayoría de las cervezas deben ser servidas entre 3.3 y 12°C. 
  • Las Lagers van más frías que las Ales. 
  • Las cervezas más fuertes van menos frías que las más ligeras. 
  • Las oscuras van un poco menos frías que las claras.

Ahora que ya estamos en tema de las diferentes temperaturas, vamos a identificar algunos mitos y verdades sobre este tema. 

¡La cerveza está quemada!… Uno de los grandes mitos

Es muy común que se crea que una cerveza está “quemada” cuando se entibia y se enfría en numerosas ocasiones, sobre todo, después de que se abre y se consume, porque distinguimos un sabor muy amargo y extraño.

Lo cierto es que de ninguna manera una cerveza se puede “quemar” y que tampoco el cambio de temperatura puede influir en su sabor ya que todas pasan por una fase de pasteurización; es decir, el proceso térmico que da muerte a las bacterias e impide el crecimiento de la levadura después de que ésta es embotellada.

Esto quiere decir que aunque la cerveza se caliente y se enfríe con frecuencia, —por ejemplo si la metes a tu refrigerador, dejas que se entibie y la vuelves a meter-, no es un factor que influya en el cambio de sabor. 

Verdad: El exceso de luz afecta a su amargor.

Esta característica de la cerveza no depende de la temperatura a la que se sirva, sino al lúpulo que es el ingrediente que aporta los ácidos y aceites al sabor durante el proceso de elaboración.

La razón del porqué a veces tus cervezas adquieren ese gusto amargo que no se disfruta, recae en el exceso de luz, sí, la luz es la culpable de ello! porque provoca que se “azorrille”, término que indica que la cerveza tuvo contacto con una fuente de luz intensa que generó un aumento considerable, es decir, la fotodescomposición de un compuesto del lúpulo que se llama isohumulona. Así que para disfrutar de todo su sabor, mejor a la sombra.

Entonces es importante saber que la cerveza se puede azorrillar y no es por el cambio de temperatura, sino por estar expuesta a un exceso de luz.

Mito: Sólo la debes enfriar antes de beber. 

Lo ideal es que esté fría desde que se embotella hasta que llega a tu vaso; eso hará que sus cualidades perduren más tiempo. Pero, cuidado! No la dejes almacenada mucho tiempo. Es recomendable que la cerveza artesanal se consuma lo más fresca posible. Después de 3 meses, incluso en frío, ya pierde más de un tercio importante de su olor, conferido por el lúpulo. El almacenamiento a temperatura ambiente hace que la concentración de esta sustancia disminuya aún más significativamente.

Por otro lado, tener las botellas guardadas durante mucho tiempo también supone un problema para las propiedades organolépticas. Cada semana que pasa pierden sabor y cualidades, aunque no supongan un riesgo para la salud. Especialmente cuando no están pasteurizadas, donde las bacterias y levaduras empiezan a multiplicarse con la temperatura ambiente.

Verdad: No debes servirla en un vaso congelado.

El vaso congelado es lo peor que puedes utilizar para tomarla, ya que puede mantener olores del refrigerador y algunos otros componentes que no queremos probar. Aunque esté limpio, siempre puede tomar algo de olor. A veces, hasta forma una ligera capa de hielo que te puede aguar la bebida y alterar su sabor. 

Lo que sí puedes implementar como rutina es humedecer la copa antes de servir la cerveza. ¿Cómo se hace? Solo debemos llenar la copa de agua fría. Luego la tiras y ya tienes la copa fresca y la pared húmeda, para que la cerveza se deslice mejor y no pierda fuerza ni se descarbonate al servir. 

Tip final

  • Puedes servirla un poco más fría de lo recomendado para que se ajuste cuando entre en contacto con el vaso y las manos. 

Ahora que ya cuentas con toda la información, prueba una de tus cervezas a la temperatura que te recomendamos y verás la gran diferencia que tendrá en tu paladar. No te arrepentirás, ¡Te lo prometemos! 

 

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